Juan Andrade Blanco
Doctor en Historia Contemporánea y Profesor de Didáctica de la Historia en la UEx
Doctor en Historia Contemporánea y Profesor de Didáctica de la Historia en la UEx
El informe de los responsables de educación de la Comunidad de Madrid
ha suscitado un interesante debate acerca de la formación que reciben
los futuros maestros y por extensión sobre el estado en que se encuentra
la universidad española. No cabe duda que estos resultados – e incluso
me temo que la iniciativa del propio informe - han sido
instrumentalizados en beneficio de la agresiva y premeditada estrategia
que el gobierno de la Comunidad de Madrid viene impulsando contra la
educación pública y sus trabajadores. Si embargo, esto no quita que los
informes remitan, aunque sea con la peor de sus intenciones, a una
realidad difícil de negar, como es el descenso en muchos aspectos del
nivel formativo de los estudiantes de Magisterio, una apreciación que,
por otra parte, es extensible a la de la mayoría de los universitarios
de todas las titulaciones en general.
A criticar esta situación e indagar en algunas de sus causas iba
orientado el excelente y oportuno artículo que hace unos días publicó el
profesor Enrique Moradiellos, quien atribuía esta situación no sólo,
pero sí en buena medida, a la primacía que ha tenido en los ámbitos
académicos una cierta forma de entender la pedagogía y la didáctica[i]
El artículo ha suscitado algunas reacciones que se han movido entre la
defensa corporativa de los especialistas en estas materias, la
reivindicación tácita de su exclusiva capacidad profesional para
reflexionar sobre el tema y la afirmación de que esas apreciaciones
críticas pudieran contribuir involuntaria o voluntariamente a la
agresiva campaña de la Consejería de Educación madrileña. Lo
sorprendente es que algunas de estas reacciones al artículo han venido
de reputados profesionales que en varias ocasiones han sostenido
planteamientos críticos parecidos.